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viernes, 6 de mayo de 2011

Viajar Solo: la hora de la comida


Tal y como alguna vez he comentado en mi blog, el viajar solo aumenta nuestra confianza, nos hace tener una seguridad que a veces no sabíamos que existía y puede multiplicar nuestras posibilidades de socializar y conocer gente.

La pregunta del millón


Una de las muchas objeciones que sale a la superficie en prácticamente todas las conversaciones que tengo con mis amigos "solo-escépticos", incluso con aquellos que entienden las ventajas de viajar en solitario es:

- ¿Y para comer cómo haces?, ¿comes solo?


Normalmente esta frase va coordinada con una mueca de aprensión y con un tono de incredulidad y auto-sorpresa al advinar, antes de que yo diga nada, la respuesta a su pregunta.

- Sí o no, depende - suele ser la respuesta-.

Teniendo en cuenta que el tema de las comidas es algo tan importante para todos aquellos viajeros que no se atreven a dar el paso de comprar un billete, coger la mochila y marcharse sin más, decidí compartir algunos de mis consejos para hacer más llevaderas las comidas en solitario y desmitificar algunos prejuicios y concepciones.

No eres tan interesante


Lamento decirlo tan francamente, pero nadie te está mirando; si lo están, probablemente no es porque te presentes al comedor del hotel sin compañía.

No serás el primero ni él último viajero que se presenta solo en una cafetería y probablemente no seas el único comensal que pide una "mesa para uno" en el restaurante donde planeas cenar, particularmente en ciudades grandes.

Olvida los complejos y desmitifica el "estigma", tanto el personal, como los otros comensales tienen otras cosas que pensar.

El aburrimiento no está en el menú


De acuerdo, este tema es a lo mejor más peliagudo que el complejo persecutorio y la paranoia de maruja de pueblo descrita en el punto anterior.

- ¿No te aburres cuando comes solo?

- No.


Obviamente este punto no es universal, no depende de un único factor y claramente varía dependiendo de la tolerancia a la soledad de cada uno, sin embargo, siempre hay cosas que pueden hacerse para aminorar la acechanza del omnipresente aburrimiento.

Consejos para comer cuando se viaja solo


Escoge un lugar pequeño


Los lugares inmensos, con filas y filas de mesas son intimidantes. Escoge un sitio pequeño, estos suelen ser más acogedores y ofrecer un servicio más cercano.

La ubicación de la mesa es esencial


Igual que en los aviones, los viajeros en solitario deben escoger cuidadosamente sus asientos en los restaurantes.

No tengas miedo de hablar


Si alguien en una mesa contigua inicia una conversación, o el dueño del café te hace una pregunta, no te cortes, continúa la conversación, ¿quién sabe?, a lo mejor haces un amigo.


Dependiendo de lo que busques puedes escoger un asiento u otro: un asiento mirando a la pared si no te apetecen distracciones y buscas abstraerte del mundo; la silla de la esquina da la perspectiva de observador, vigilante de lo que ocurre sin participar en ello; una mesa en el centro del local con un asiento enfocando al interior puede ofrecer la posibilidad de entablar conversaciones con otros comensales.

Trae entretenimiento


Si no te sientes muy social, un libro, un ordenador portátil o bolígrafo y papel pueden prevenir el aburrimiento mientras comes o tomas café.

  El autor Luis Cicerone vive en Barcelona, es el autor del blog "Las aventuras del Cicerone" y dedica el tiempo que no está recorriendo el mundo a hacer fotografías, ver series en versión original y trabajar en una agencia de viajes online. En su cuenta de twitter se define como: "Especialista de marketing en el mundo del turismo online, intento de blogger, adicto a los viajes, fotógrafo amateur, fan de Lufthansa y del guacamole."

1 comentarios:

Jajajaja, qué cosmopolita que eres y qué razón llevas en dismitificar todo este simposium sobre la solitaria comida del viajero.
yo añadiría que es un placer para los sentidos el dejarse llevar y observar un abanico de sonidos, conversaciones, comportamientos familiares y amistosos, el curiosear el trabajo de los camareros, observar la ciudad que visitamos sin prisa a través de sus ventanas, etc.
Ánimo y síguenos cautivando con esas arrolladoras sensaciones que nos producen los viajes y las aventuras de cada día, sobre todo cuando se disfrutan en solitario.

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