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miércoles, 17 de julio de 2013

Los Columbarios de Mérida y los ritos funerarios romanos

Los Columbarios de Mérida quizás no tengan la fama ni sean tan vistosos como el Teatro Romano o el Acueducto de los Milagros, pero en mi opinión fue uno de los lugares más interesantes que visité en la capital de Extremadura.

Hacía calor, el sol del verano azotaba ya de buena mañana. No parecía haber nadie en aquellos momentos. Era muy probable que fuéramos de los primeros en llegar aquel día. Nada más entrar y leer las palabras de Séneca en una inscripción, sabía que el lugar no me iba a dejar indiferente: "A vivir hay que estar aprendiendo toda la vida, en cambio, lo que quizá te sorprenda más, toda la vida hay que estar aprendiendo a morir". Esa frase la tuve presente durante toda mi visita a los Columbarios.

columbarios de merida

Pero, ¿qué son los Columbarios de Mérida? Se trata de un área funeraria romana que alberga algunas edificaciones en cuyo interior están los restos, incinerados y depositados en urnas, de dos familias: los Voconios y los Julios.

columbarios de merida

Gracias a la epigrafía encontrada en los mausoleos ha llegado hasta nuestros días los nombres, la condición social y el origen de estas familias. Por ejemplo, se sabe que uno de los columbarios fue erigido por Caio Voconio, quien lo dedicó a sus familiares, como lo atestigua la inscripción que aparece en él: Gayo Voconio Próculo hizo la tumba para su padre, Gayo Voconio, de la tribu Papiria su madre, Cecilia Anus, y para su hermana Voconia María. Este mausoleo es de planta cuadrada y más pequeño que el de los Julios.

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Ambos fueron construidos en el siglo I d. C, destacan por sus pequeñas dimensiones y por estar a cielo abierto.

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Además de estas edificaciones también hay otros edificios funerarios característicos del siglo IV, que se llamaron popularmente "Bodegones" o "Cueva del Latero". Lo de cueva podéis imaginar por qué... pero ¿por qué razón lo de latero? Pues porque durante la mitad del siglo XX sirvió de casa para una familia de hojalateros...

columbarios de merida

Completan el conjunto arqueológico un jardín funerario, en el que hay especies de árboles y plantas relacionadas con los funerales romanos, y un centro de interpretación al aire libre que permite recrear el mundo y los ritos funerarios de la época romana. Y esto es algo que vale mucho la pena, pues te muestra qué pensaban los antiguos romanos sobre la muerte, cómo se enfrentaban a ella y qué hacían con los cuerpos de los difuntos. Puede ser que algunas prácticas que se llevaban a cabo hace más de 2000 años nos suenen de algo...

columbarios de merida

Los antiguos romanos pensaban que la muerte era un cambio en la forma de vida y para que este tránsito  a la nueva existencia se produjera, se tenía que dar sepultura al difunto, acompañándolo de una serie de ritos. Si esto no se hacía, el alma del muerto vagaba errante, sin morada, provocando desgracias entre los vivos y asustándolos en sus apariciones nocturnas. Y así, hasta que se le daba sepultura a los restos y se cumplían con los ritos funerarios.

El ritual funerario romano empezaba en la casa del fallecido. Toda la familia acompañaba a la persona que estaba a punto de morir para darle el último beso. De esta forma se retenía el alma, que escapaba por su boca. Una vez fallecía, le cerraban los ojos y lo llamaban tres veces para comprobar la muerte. Después lo perfumaban con ungüentos y lo vestían. Si bien la ley prohibía los lujos en los funerales, se le podía poner al difunto las coronas que hubiera ganado en vida. También ponían junto al cadáver una moneda para pagar al barquero Caronte, quien transportaría el alma en una barca a través de la laguna Estigia hasta llegar al reino de los muertos. Finalmente, el cuerpo se colocaba en el patio de la casa, con los pies dirigidos hacia la puerta de entrada. A su alrededor colocaban flores (símbolo de la fragilidad de la vida). Permanecía expuesto de tres a siete días, según la condición social. En la calle, en la puerta de la casa, se colgaban ramas de abeto o ciprés para avisar a los que pasaran por allí de que en el interior había un muerto.

columbarios de merida

Hasta finales del siglo I, el funeral se celebraba por la noche, ya que la muerte era algo desgraciado y contaminante. Después, se empezaron a celebrar por el día, salvo en el caso de suicidas, indigentes y niños.
El cuerpo del difunto era transportado a la pira funeraria o a la tumba en una caja de madera abierta, transportada a hombros por los familiares más cercanos. Detrás marchaba el cortejo fúnebre, compuesto por la demás familia y amigos. Si la familia del difunto podía permitírselo, también eran acompañados por músicos (trompetistas y flautistas) y plañideras (mujeres que expresaban el dolor llorando o golpeándose el pecho).

columbarios de merida

Después tenia lugar la humatio, el rito esencial de todos los funerales: echar tierra sobre el difunto, ya fuera en todo el cuerpo o en parte de él, dependiendo si iba a ser enterrado o incinerado.

Al fundarse la ciudad de Augusta Emerita (Mérida) en el año 25 a. C., el rito más extendido era la incineración, el proceso por que se reduce el cadáver en ceniza. Los romanos pensaban que de esta manera el alma podía volver al lugar del que procede: el cielo. Posteriormente, en el siglo III d. C., se empezó a usar más la inhumación.

La cremación se realizaba en una pira en forma de altar, donde colocaban el ataúd con el cadáver, a que le abrían los ojos para que pudiera ver cómo su alma se iba al cielo. Además, le cortaban un dedo y le echaban tres puñados de tierra, que simbolizaba el enterramiento. Después echaban a la pira ofrendas (alimentos y perfumes), llamaban al difunto por última vez y encendían la pira, sin mirar a ella. Si había plañideras, eran estas las que despedían a los que habían asistido al funeral, quienes daban el último adiós al difunto deseándole que "la tierra le fuera ligera", inscripción que se repite en las inscripciones funerarias romanas: STTL (Sit Tibi Terra Levis).

columbarios de merida

Después, los familiares recogían los huesos para enterrarlos en donde había sido incinerado el cadáver o bien depositarlos en los columbaria, los edificios con nichos para albergar los restos de varios cadáveres.

Durante el funeral se purificaba todo lo que había estado en contacto con el cadáver. También se purificaba la casa del difunto barriéndola y se limpiaba a las personas que habían ido al funeral con agua y fuego.

Durante los nueve días posteriores al funeral se celebraban ritos que culminaban con una comida y el sacrificio de un animal. Tanto los alimentos como la sangre de los animales se ofrecían a los antepasados del difunto y a él mismo, para así divinizar su alma.

Los familiares directos debían guardar luto durante diez meses y no podían hacer fiestas ni usar adornos.
Transcurrido este tiempo se seguían haciendo ofrendas al difunto para asegurar su descanso eterno. Consistían en comida (pan, uvas, frutas, vino...) y flores (mayoritariamente violetas y rosas). Estas ofrendas, llamadas libaciones, se las hacían llegar a través de un orificio situado en la cubierta de la tumba. Las familias realizaban estos actos el día del cumpleaños del difunto y de forma general entre los días 13 y 21 de febrero y 9, 11 y 13 mayo.

columbarios de merida

Toda una lección de historia y antropología la que nos brinda este recinto arqueológico de Mérida, ubicado junto a la Casa del Mitreo.

Horario de los Columbarios de Mérida

Del 1 de abril al 30 de septiembre:
Horario ininterrumpido de 09:00h. a 21:00h, todos los jueves, viernes, sábados y domingos.
Los lunes, martes y miércoles se mantienen abiertos de 09:30 a 14:00 y de 17:00 a 19:30 h.

Del 1 de octubre al 31 de marzo:
De lunes a viernes permanecerán abiertos desde las 09:30 hasta las 14:30 y desde las 16:00 hasta las 18:30 h.
Los sábados y domingos permanecerán abiertos ininterrumpidamente desde las 09:00 hasta las 18:30 h.

Como los horarios pueden modificarse en función del uso del recinto, puedes confirmarlos aquí.

Dirección de los Columbarios de Mérida

Recinto arqueológico Los Columbarios-Casa de Mitreo.
Calle Vía Ensanche, s/n
06800 Mérida

                            
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El autor

José Luis es un andaluz afincado en Barcelona desde hace ya un tiempo. Su pasión es descubrir nuevas culturas, viajar y escribir. Por ello realizó estudios de traducción e interpretación, una forma bastante acertada de aunar estas tres aficiones. Se define como una persona inquieta y curiosa, adicto a los viajes y al chocolate y amante del deporte, sobre todo el tenis. Prefiere los lugares tranquilos y solitarios y los rincones por descubrir.

3 comentarios:

He estado varias veces en Mérida, pero no conozco "Los Columbarios"
me lo anoto para el siguiente viaje.
Me gusta el arte, los viajes y todo lo referente a la cultura, por lo que compartimos aficiones.

Hola Elena!

Pues sí, compartimos aficiones ;)
A ver si la próxima vez que vayas a Mérida te acercas por este lugar. No te dejará indiferente.

Gracias por tu comentario.

Un saludo!

Yo he visitado varias veces los columbarios, de hecho, una frase de Séneca que leí allí adorna el epitafio del sepulcro de mi padre “ aquel que tú crees que ha muerto no ha hecho más que adelantarse en el camino” 🥺

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